Se acabó la Liga


Se acabó la Liga, aunque parece que ya había terminado hace años. Últimamente, en España, todo tiene sensación de final, aunque nuestros equipos de fútbol ya no las alcancen. Vivimos un Apocalipsis económico que también se merienda a un deporte tan corrupto como la política y la construcción. Juntos han ido de la mano en los años de bonanza.

Y a esa sensación de borde del abismo contribuye el repaso alemán en Liga de Campeones. Los panzers arrasaron Madrid y Barcelona y de alguna manera intuyo que ya nada volverá a ser lo mismo, que se acabaron los Mundiales y las Copas de Europa, que se desterró para siempre aquella frase tan desafortunada de “Soy español, a qué quieres que te gane”, que volvemos a ser un país de segunda o tercera.

Sin fútbol, ni educación, ni sanidad… Ni cobre, que se lo llevan todo los del poblado. A este paso, las carreteras serán pistas forestales y los estadios se quedaran obsoletos, como cuando hace diez años te metían en una cabina de radio de madera cochambrosa en Primera División. Los futbolistas se marchan a Alemania con Pepe o se apuntan a ‘Mujeres, Hombres y Viceversa’. Las discotecas cierran. ¡Dios mío, ya nadie quiere ser presidente de un club! Esa es la peor señal, ¿será que no queda dinero? Un columnista del ‘Daily Telegraph’ se atreve a escribir que nuestro país es oficialmente insolvente, menos mal que no se ha centrado en nuestro fútbol. Las facturas a los clubes se pueden guardar como reliquias sabiendo que la mayoría no se cobrarán jamás, que aquellos tiempos de ir a Brasil y pagar 25 millones por un chaval que casi nadie había visto (y tampoco importaba) ya no volverán. Se acabó el crédito. Game Over. Desde la nave espacial miro la tierra jugando al póker con mi ordenador y olvidando que una vez hubo algo llamado Liga en el planeta.

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